
Emoción y juego
Publicado por Lic. Estefanía Lewczuk
El deporte no es solo técnica, esfuerzo y estrategia. Es también emoción. Desde la adrenalina antes de una final hasta la frustración ante una derrota, las emociones están presentes en cada entrenamiento, cada competencia y cada pequeño logro. Entender cómo influyen en el rendimiento y en la experiencia lúdica del deporte es clave tanto para mejorar como para disfrutar.
La psicología deportiva nos enseña que las emociones no son un “ruido” que hay que silenciar, sino información valiosa que, si se aprende a gestionar, puede convertirse en aliada. Y que el disfrute —el “juego” en su sentido más profundo— no solo mejora la experiencia, sino también el rendimiento.
1. Las emociones como motor (o freno) del rendimiento
Las emociones influyen directamente en cómo pensamos, actuamos y nos relacionamos con el entorno competitivo. Por ejemplo:
- La ansiedad puede generar dudas, rigidez muscular y errores por exceso de control.
- La frustración puede bloquear el aprendizaje si no se gestiona adecuadamente.
- La alegría o el entusiasmo pueden aumentar la energía y la creatividad en el juego.
Lo importante no es evitar sentir, sino aprender a identificar y regular lo que sentimos. La autoconciencia emocional es la base para una buena gestión psicológica en el deporte.
Algunas herramientas psicológicas para la regulación emocional:
- Técnicas de respiración y relajación para controlar la activación fisiológica.
- Reestructuración cognitiva, para interpretar las situaciones deportivas de forma más funcional.
- Entrenamiento en mindfulness, que mejora la tolerancia emocional y el enfoque presente.
2. El juego como experiencia emocional positiva
Recordar que el deporte es también una forma de juego —de expresión, libertad y disfrute— es esencial para mantener la motivación a largo plazo. Cuando desaparece la dimensión lúdica, incluso los atletas más talentosos pueden caer en el agotamiento o la desmotivación.
Desde la psicología deportiva, se promueve el “flow”, lograr un estado completamente concentrado, disfrutando de la actividad, sin pensar en el resultado ni en el juicio externo. Esto no solo genera placer, sino que también está asociado a los picos de rendimiento.
Para fomentar el juego y el disfrute en el deporte:
- Establecer metas desafiantes pero alcanzables.
- Proporcionar feedback positivo y motivador, no solo correctivo.
- Crear contextos de entrenamiento donde el error no sea castigado, sino integrado al aprendizaje.
3. La gestión emocional como parte del entrenamiento integral
Cada vez más entrenadores y deportistas comprenden que entrenar la parte emocional es tan importante como la preparación física o táctica. Un atleta emocionalmente equilibrado:
- Toma mejores decisiones bajo presión.
- Disfruta más del proceso.
- Tiene mayor resiliencia ante los fracasos.
El deporte no se entiende sin emoción. Y cuando aprendemos a conocerla, gestionarla y canalizarla, no solo mejoramos nuestro rendimiento: recuperamos el sentido profundo del juego.
Porque en el fondo, el verdadero logro no es solo ganar, sino vivir el deporte con plenitud.
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